LEYENDA, HISTORIA FANTÁSTICA O REALIDAD: LAS DOS CAJAS
Julio Rubio
Contaba mi abuela Isabel Blázquez Tejedor, que había oído a personas mayores, que en el término de Reznos, en los alrededores del pueblo, había tenido lugar en tiempos de los moros el enterramiento de dos grandes personajes de mucha importancia en aquella época. Estos enterramientos se habrían hecho en dos pozos o sepulturas abiertas en tierra y poniendo los cuerpos el uno sobre una caja o nicho de Piedra y el otro sobre una de Bronce.
Teniendo en cuenta los amplios antecedentes históricos y prehistóricos de nuestro pueblo, todo es posible, pues sabemos de la existencia de un castro celtibérico (1) que se llamó La Torrecilla y que los indicios apuntan a que estuvo ubicado en el actual emplazamiento del pueblo, dadas las características defensivas que ofrecía y ofrece al estar situado y cercado en su mayoría por un promontorio de rocas de difícil y en muchos puntos de imposible acceso.
No sabemos de la duración y ocupación humana de este antiguo castro, lo que sí parece probado es que sobre él y ya en época histórica se asentó el actual pueblo.
También está probado que en tiempos de los romanos la población se estableció a orillas del rio, en la parte baja del pueblo, entre los Barrocales y el Cuadrejón, en donde se han encontrado restos de cerámica y piedras de molino de aquella época, muy cerca de las bodegas o cuevas existentes en la zona.
Pero volvamos al asunto de los enterramientos de los dos personajes, jefes musulmanes o cristianos de la historia que nos ocupa.
Todos sabemos de la existencia de nombres árabes en parajes del pueblo como La Muzara, La Peñalada o El Cerrillo los Moros. Ello nos hace suponer que en la época de ocupación islámica de la península, también estuvieron asentados y realizaron sus correrías por estos lares.
Almanzor, el gran caudillo árabe y su ejército, fue derrotado en Calatañazor, muriendo en su huida en Medinaceli, ambos pueblos son de Soria.
Y aquí empieza el relato o la historia que contaba mi abuela, decía ella, que le habían contado a su vez sus padres y otras personas mayores del pueblo:
estaba un propietario realizando labores hortícolas en un huerto de los que están situados debajo de la Virgen de la Fuente y muy cerca del actual molino, por entonces no existía éste, (ahora están todos los huertos abandonados, pero yo aun recuerdo ver algunos de ellos a ambos lados del río cultivados y con árboles frutales) cuando cavando con la pala o la azada se encontró con una piedra muy grande enterrada en mitad del huerto, el citado señor fue a buscar ayuda de varios vecinos para poder sacar semejante piedra, pero cuando consiguieron desenterrarla y aislarla, comprobaron que aquello no era una piedra normal, aquello era una caja de piedra, un sarcófago de unas medidas considerables donde sin duda se había procedido en otro tiempo al enterramiento de alguna persona.
No se sabe por qué motivo, ni que vínculos podían existir entre el señor que la encontró con las ventas de Ciria, pero lo cierto es que esta caja de piedra, o sarcófago, ahora la llamaremos pilón, fue transportada (se supone que en algún carro) a una de las ventas de Ciria y colocada
en dicho lugar como pilón o abrevadero de agua para las caballerías.
A cambio de esta cesión o donación, las gentes de Reznos adquirieron el derecho de poder usarlo como abrevadero para sus caballerías cuando tuvieran necesidad o cuando quisieran, por ello, cuando los labradores del pueblo de Reznos se encontraban realizando faenas
agrícolas en el campo, en terrenos próximos a esta venta, (en La Sierra, Las Cochavacas, Santa Catalina, Las Simas, Las Labradas, Valderreros, etc.) acudían con sus yuntas a que los animales bebiesen agua en el citado pilón, regresando a sus faenas sin haber perdido apenas tiempo dada la proximidad del mismo en comparación con haber tenido que venir al pueblo.
El Pilón se encontraba en el exterior de la venta que todos hemos conocido y que en los últimos años antes de sufrir un incendio, fue Restaurante de carretera, que incluso contaba con plaza de toros para la realización de capeas.
Volviendo a los orígenes de ésta narración, con el hallazgo de esta caja se demostró la realidad de la historia que contaba mi abuela y que a su vez ella había oído contar.
El misterio y el enigma de la otra caja, la segunda, la de Bronce, sigue sin resolverse, ya que nadie ha encontrado ni buscado tal caja y por lo tanto nos encontramos ante una historia incompleta…
La pregunta es, una vez probado que se encontró accidentalmente y por casualidad una de las cajas de enterramiento, la de piedra, ¿Qué pasa con la otra caja o enterramiento? ¿Donde se encuentra ésta que precisamente es más valiosa, por ser material de BRONCE?
¡Nos animamos a buscarla!
(1)Los castros celtibéricos prerromanos, S III- II a. c. se situaban en lugares característicos del terreno, sobre colinas, cerros o espolones y consistían en pequeños poblados fortificados defensivamente. Generalmente prerromanos, aunque hay casos que perduraron hasta la Edad
Media, contaban con unas defensas naturales propias del terreno e incrementadas con alguna barrera o fortificación artificial en su parte más vulnerable y desprotegida, haciéndolos así más seguros a los ataques de otras tribus o de los animales salvajes.