Cuando pensamos en materiales manipulativos, solemos asociarlos a los grupos de Infantil (de 0 a 6 años). De hecho es muy difícil encontrarlos en las aulas de Primaria, es como si al llegar a los 6 años el niño ya no necesitara manipular para aprender. Pasamos a las fichas, al libro de texto, a los deberes. Los manipulativos parecen que son “cosas de niños pequeños” y menos importantes. Y esto es un gran error.
Como se sabe, a partir de los 6 años los niños pasan a tener pensamiento abstracto, y por eso la gran parte de los colegios deja de usar los manipulativos para pasar a los libros. Aunque sea verdad que el niño de esa edad ya tenga la capacidad del pensamiento abstracto, utilizar manipulativos todavía es muy útil (y yo diría que necesario) no solamente en la etapa de Primaria, sino también en la de Secundaria.
Hay muchos estudios científicos que comprueban esa idea, la neuroeducación ya llegó a la conclusión que el aprendizaje solo puede ocurrir cuando hay emoción (http://blogs.elpais.com/ayuda-al-estudiante/2013/12/la-neuroeducacion-demuestra-que-emocion-y-conocimiento-van-juntos.html)– y nada como los materiales manipulativos para despertar la emoción al aprender. Algo que María Montessori ya lo sabía a principios del siglo XX y que ahora, en 2018, estamos por fin comprendiendo cuánta razón la doctora italiana tenía.
Pero, ¿por qué los manipulativos son tan importantes? Primero expliquemos que son los manipulativos exactamente. Llamamos materiales manipulativos, en el ámbito educativo, a todos aquellos objetos que se usan para transmitir conceptos de aprendizaje, que vuelcan la atención del estudiante de manera visual y táctil, como por ejemplo puzzles, tapones, bloques de madera, etc. Son materiales que los niños usan de manera constructiva, pues los chicos están totalmente envueltos en descubrir al utilizarlos. Por ejemplo, al manosear un cubo de madera, el niño comprende, con su visión y su tacto, que es un objeto con seis caras cuadradas. Aunque los profesores suelen presentar un material manipulativo con el objetivo de enseñar un concepto (es decir, lo hace de manera dirigida), lo aconsejable sería que los manipulativos estuvieran siempre al alcance del niño, antes mismo de que el profesor le explique, para que, al llegar este momento, el niño ya tenga sus preguntas interiorizadas para su proceso. De la misma manera, los manipulativos deberían seguir disponibles después de la presentación del concepto, para que el niño siga manoseándolo cuando quiera para solidificar los conocimientos.
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